En el ejercicio de la mediúmnidad, aceptamos el acto de servir como una de las más excelsas lecciones de la escuela del mundo.
Y recordamos que así como la vida tiene trabajadores para cada menester, hay médiums en la obra del bien para la ejecución de toda clase de tareas.Ninguno es más importante que otro.
Ninguno está libre del error.
Todos son portadores de la bendita posibilidad de auxiliar.
Uno tiene la palabra que educa, aquel la mano que alivia y ese otro la pluma que consuela.
Otro tiene la oración que eleva, aquel transporta el mensaje que devuelve el ánimo y aquel otro ostenta la potencia para reparar.
Emplea, pues, tus facultades mediúmnicas, como un crédito de la Bondad Divina, para que el orgullo no te ataque.
EMMANUEL